GLP-1 y pérdida de peso: altamente eficaces pero problemas en la adherencia

En los últimos años, los medicamentos basados en GLP-1 (como semaglutida o tirzepatida) se convirtieron en protagonistas de las conversaciones sobre obesidad. Su eficacia clínica es innegable: logran pérdidas de peso significativas —de entre un 10 % y un 20 %— y además aportan beneficios cardiovasculares cuando se utilizan en contextos controlados y con buen seguimiento médico.

Sin embargo, cuando se observa qué ocurre fuera de los ensayos clínicos, en la vida diaria de miles de personas, la historia es distinta.

Un análisis publicado por Prime Therapeutics (con datos de personas con obesidad sin diabetes que iniciaron GLP-1 entre enero de 2021 y marzo de 2022) reveló que solo el 8 % de los pacientes seguían con el tratamiento luego de tres años. Es decir, de cada 12 personas que comienzan, solo 1 lo sostiene en el tiempo. Entre quienes recibieron semaglutida (Wegovy®), el dato mejora un poco, pero apenas llega al 14 %.

Esto no significa que los GLP-1 no funcionen, sino que mantenerse en el tratamiento a largo plazo es un desafío enorme. Y esa brecha entre lo que ocurre en los ensayos y lo que pasa en la vida real es clave para entender qué necesita hoy alguien que busca perder peso.


¿Qué pasa en el primer año?

Los datos más recientes muestran que en el primer año de uso la situación mejora notablemente. En 2021, solo un 33% de los usuarios mantenían el tratamiento pasado ese tiempo. Pero en 2024, la cifra creció hasta el 63 %.

Detrás de esa diferencia hay varios factores: mejor cobertura de seguros, menos problemas de stock y una curva de aprendizaje en el manejo de los efectos secundarios más comunes (como náuseas o malestar digestivo).

Pero incluso con esta mejora, el gran problema aparece más adelante: la persistencia se desploma después del segundo año. Es aquí donde muchas personas abandonan y, en consecuencia, pierden parte de los logros alcanzados.


Más allá de los números: los motivos de la discontinuación

El análisis detalla que los principales factores que llevan a interrumpir el tratamiento incluyen:

  • Efectos adversos: aunque suelen ser transitorios o manejables, para algunas personas representan una barrera.
  • Costo: la inversión mensual puede ser significativa y no siempre está cubierta.
  • Objetivos alcanzados: hay pacientes que, al lograr cierto peso, deciden suspender la medicación sin considerar la necesidad de sostener cambios.
  • Falta de seguimiento clínico y acompañamiento: iniciar un tratamiento potente sin un equipo detrás puede generar sensación de soledad y falta de rumbo.
  • Disponibilidad del fármaco: las interrupciones por problemas de suministro también han impactado en los últimos años.

Todos estos factores muestran que el medicamento es solo una pieza del rompecabezas. Y que para que los cambios sean duraderos, hace falta un abordaje más integral.


El desafío real: sostener en el tiempo

El estudio confirma lo que muchos ya intuían: el gran obstáculo no es empezar, sino mantenerse. Y esa dificultad tiene consecuencias directas: cuando el tratamiento se interrumpe, es muy probable que se recupere peso y que la motivación caiga.

Por eso, cada vez más especialistas coinciden en que la clave está en sumar al tratamiento farmacológico un entorno de apoyo que ayude a cambiar hábitos, sostenerlos y atravesar las dificultades cotidianas.


¿Qué ofrece Balance en este escenario?

Aquí es donde entra en juego Balance, con una propuesta que busca ir más allá de la prescripción de un medicamento. Su enfoque se centra en acompañar a la persona de manera integral:

  • Un equipo de especialistas a tu lado: nutricionistas, médicos y un deportólogo para que cada decisión esté respaldada por profesionales.
  • Seguimiento constante en la app: herramientas de tracking que permiten registrar alimentación, actividad física, evolución de peso y otros indicadores.
  • Acompañamiento humano y tecnológico: no se trata solo de contar calorías o pasos, sino de tener un sistema que entiende tus avances y te da soporte cuando más lo necesitás.
  • Planes personalizados y ajustables: porque cada proceso es único, y lo que sirve al inicio puede necesitar ajustes en el camino.

En contraste con lo que muestran los estudios sobre los GLP-1 —donde la adherencia a largo plazo es baja—, el modelo de Balance apunta a generar cambios que puedan sostenerse en la vida real. La clave no es la inyección en sí, sino lo que la acompaña: un equipo, hábitos y herramientas que convierten un resultado puntual en una transformación a largo plazo.


En conclusión

Los GLP-1 han abierto una puerta enorme en el tratamiento de la obesidad. Los resultados iniciales son prometedores, pero el verdadero reto es mantenerse en el tiempo. Y ahí, la diferencia no la marca solo el fármaco, sino el acompañamiento y las herramientas que cada persona tiene a su disposición.

Balance propone justamente ese puente: integrar la ciencia de los medicamentos más innovadores con un ecosistema de apoyo humano y digital que ayude a sostener los resultados. Porque bajar de peso puede lograrse con una inyección; mantener el cambio requiere un equipo detrás.